miércoles, 6 de abril de 2016

Una pequeña historia personal

En uno de los enlaces de éste Blog que dediqué "a la memoria de mi padre" titulado : "La sastrería del Maestro Goro" (Enlace de la entrada citada)  
comentaba que cuando yo era niño, con unos siete u ocho años aproximadamente, como siempre andaba "entre hilos y dedales" en la sastrería que tenía en mi casa, mi padre me ponía a coser junto con las costureras que allí trabajaban. Al principio pequeñas cositas como interminables sobrehilados de pantalones, luego a "picar" los cuellos y las solapas de las americanas que eran de entretela  y con

  los que se me quedaba el dedo índice de la mano izquierda totalmente lleno de pinchazos de la aguja cada vez que calaba la tela; luego vinieron los ojales de las chaquetas (según las costureras los hacía perfectos); pegar botones de pantalones y chaquetas y pronto me enseñaron a coser a máquina, esa auténticas Singer que había en la sastrería (tres que conservo y utilizo(una)), empezando por coser las entretelas de las chaquetas que era lo más fácil (y pesado) y así fuí adquiriendo unos conocimientos que aún (algunos de ellos) he seguido practicando a lo largo de mi vida. Creo que si no me hubiese puesto a estudiar el paso siguiente hubiese sido enseñarme a cortar y hacer trajes.

Además de las tareas de costura, cuando llegaba el sábado me ponía en la puerta de la sastrería, presentaba los dos brazos y me los llenaba mi padre de trajes para repartir a la clientela. Era lo mejor de todo. Por cada traje entregado recibía una propina, unas más espléndidas que otras, pero siempre me daban algo. Como anécdota contaré que un día, con varios trajes en los brazos pasé por la puerta de María Luisa Vázquez con tan mala fortuna que en ese instante la buena señora tiraba un cubo de agua a la calle, sin mirar, y desde dentro de su casa, yendo a parar a alguna de las prendas. María Jesús la de Guía, que presenció el hecho, me llamó y como pudo limpió algo del agua recibida. Mi padre no me peleó.
Yo tenía dos cajas de cartón de las que se usaban para guardar los distintos botones y allí iba colocando y seleccionando las distintas monedas según su valor: las pesetas y dos reales en una caja grande y los diez reales y los duros (que eran los menos) en una caja chica. Cuando llegaban las fiestas de la Virgen o la Feria, el protocolo de abrir las cajas y recontar varias veces su contenido, haciendo montones, era todo un espectáculo. Eran cosas de niños y también de Calañas.

CALAÑAS, 2016

1 comentario:

  1. Ja,ja, ja. No conocia tus dotes en la sastreria.
    Que tiempos aquellos, donde cada uno en su terreno, ayudaba a los menesteres de cada casa, y ninguno protestabamos de los quehaceres que nos encomendaban.
    Nosostros, todos los hernamos, haciamos de todo en el campo, según las tareas que habia en los tiempos de nuestras vacaciones y todos tan contentos.
    Que sigas con los recuerdos de unas tradiciones y recuerdos que a tantos, paisano y no paisano de Calañas, nos gustan.
    Saludos de Gabriel.

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